07 de Septiembre – Un Día a la Vez: 365 Momentos con Él
Comenzar bien no es suficiente: persiste en buscar a Dios
Persiste en buscar a Dios2 Crónicas 26:5,16:
"Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, entendiendo en visiones de Dios; y en estos días en que buscó a Jehová, él le prosperó. […] Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina.”La historia del rey Uzías es una enseñanza viva para nosotros. Este joven comenzó su reinado a los 16 años y lo hizo con humildad, buscando sinceramente a Dios. Esa búsqueda lo llevó a conquistar enemigos, edificar ciudades, fortalecer a Jerusalén, levantar un ejército poderoso y convertirse en un líder próspero cuya fama se extendió hasta Egipto. Todo esto porque
Dios estaba con él.
Pero lo que empezó con humildad terminó con orgullo. Uzías olvidó que su éxito venía de Dios, se llenó de autosuficiencia y cruzó los límites de su llamado. La consecuencia fue la ruina: lepra en la frente y un final marcado por la soledad y la vergüenza.
Aquí está la lección:
no basta con comenzar bien, hay que persistir en santidad y dependencia de Dios todos los días. La Biblia nos recuerda que el orgullo precede a la caída.
En la vida real lo vemos claro:
- Hay negocios que comienzan con oración, con diezmo, con gratitud, y prosperan. Pero cuando el dinero se convierte en el nuevo “dios”, las cuentas empiezan a caer.
- Hay matrimonios que empiezan con Dios en el centro, pero cuando el orgullo, la rutina o la autosuficiencia entran, las grietas aparecen.
- Hay ministerios que nacen en el fuego de la oración, pero cuando se busca más reconocimiento que obediencia, la unción se apaga.
Uzías tuvo dos virtudes que lo sostuvieron durante años: hizo lo recto delante de Dios y buscaba a Jehová con todo su corazón. Esa es la clave para la bendición duradera:
obediencia y búsqueda constante.
Incluso el profeta Isaías nos enseña algo poderoso:
“En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor…” (Isaías 6:1). En medio de una crisis nacional, cuando el orgullo de un rey trajo ruina, Isaías tuvo una
nueva visión: vio al Señor en su trono. Eso significa que en tu noche más oscura, cuando la decepción, la pérdida o el luto te rodeen, allí mismo Dios puede abrir tus ojos a Su gloria.
Isaías recibió tres cosas que también podemos recibir:
Nueva visión — vio al Señor reinando.
Nuevo lenguaje — su boca fue purificada y cambió su manera de hablar.
Nuevo llamado — respondió:
“Heme aquí, envíame a mí”.