UN DIA A LA VEZ
365 Momentos con Él: SEPTIEMBRE
SEPTIEMBRE
06 de Septiembre – 365 momentos con El
Cuando nadie cree en ti, Dios sí: el poder de un corazón humilde
En un mundo donde importa más la foto perfecta en redes que lo que llevamos dentro, corremos el riesgo de vivir para las apariencias. Pero ¿qué pasa cuando las luces se apagan y nos quedamos a solas con nosotros mismos? Ahí es donde Dios mira lo que nadie más ve:
el corazón.
Saúl parecía el candidato ideal: alto, atractivo y con presencia. Sin embargo, lo perdió todo porque su corazón no estaba alineado con Dios.
En cambio, David, un joven ignorado incluso por su propia familia, fue escogido por el Señor porque tenía lo más valioso: un corazón humilde y dispuesto.
Hoy, tú y yo también enfrentamos esa decisión: vivir para impresionar a los demás o cuidar un corazón que agrade a Dios y traiga propósito a nuestra vida.
06 de Septiembre – 365 momentos con El.
Más que apariencias: el secreto de un corazón que Dios aprueba
06 de Septiembre – Un Día a la Vez: 365 Momentos con Él
Lo que Dios ve en ti no está en el espejo: cómo tener un corazón que le agrada
¿Cómo tener un corazón que agrada a Dios?Vivimos en una sociedad donde lo que más se valora es la apariencia: cómo nos vemos, lo que mostramos en redes, la ropa que usamos o las fotos que publicamos.
Pero para Dios, lo que realmente importa no es la imagen externa, sino lo que llevamos en el corazón.
En la Biblia vemos un ejemplo muy claro en la vida de Saúl.
1 Samuel 9:2 nos dice que Saúl era un hombre alto, atractivo y con presencia imponente. A los ojos de cualquiera, parecía perfecto para ser rey. Pero había un problema: su corazón no estaba alineado con Dios. Saúl actuó con orgullo, tomó decisiones apresuradas y desobedeció.
Por eso el profeta Samuel le dijo:
1 Samuel 13:13-14
“Eres un necio… no cumpliste el mandato del Señor. Él habría confirmado tu reinado, pero ahora buscará a otro hombre conforme a su corazón”.
1. Apariencia vs. Corazón
Hoy nos pasa igual: pensamos que el éxito depende de nuestra imagen, del dinero o de los logros. Pero la apariencia no garantiza felicidad. Lo que define nuestra vida es la actitud con la que enfrentamos las pruebas.
Dios eligió a David, un joven que nadie tomaba en cuenta, ni siquiera su propia familia. Mientras sus hermanos eran presentados uno por uno, el padre de David ni siquiera lo consideró digno de estar en la reunión. Sin embargo, fue él quien tenía lo que Dios buscaba: un corazón humilde y dispuesto.
2. Actitud en medio del rechazo
Imagínate estar en el lugar de David: ignorado, dejado de lado, como si no tuvieras valor.
¿Qué hubieras sentido? ¿Cómo hubieras reaccionado?
David eligió perdonar y confiar en Dios. Esa decisión lo preparó para grandes victorias.
En cambio, Saúl buscaba siempre culpar a otros. La diferencia entre los dos fue clara:
- Saúl: orgulloso, autosuficiente, culpaba a otros.
- David: humilde, reconocía sus errores y pedía perdón.
2 Samuel 22:28
“Rescatas al humilde, pero humillas al orgulloso”.
3. Un corazón que ama la Palabra
David no solo buscaba a Dios en la adoración, también amaba Su Palabra. En un tiempo donde la gente desprecia la Biblia o la ve como un libro anticuado, David la veía como un tesoro.
Salmo 119:11-12
“En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti”.
La Palabra de Dios es como un antídoto contra el pecado. Cada vez que la leemos, Dios deposita sabiduría y dirección en nuestro corazón.
4. Servir a nuestra generación
Dios dijo de David:
Hechos 13:36
“Después de servir a su generación conforme al propósito de Dios, David murió”.
David no vivió solo para sí mismo. Sirvió a otros, y eso agradó a Dios. Hoy, en un mundo donde muchos piensan “¿qué gano yo?”, Dios nos llama a vivir con humildad, generosidad y servicio.
5. ¿Qué significa para nosotros hoy?
La vida cristiana no es un salto enorme, sino un paso a la vez:
- Buscar un corazón limpio y humilde.
- Reconocer nuestros errores en lugar de justificarlos.
- Dejar que la Palabra nos guíe.
- Servir con amor a los demás.
Reflexión final
Hoy Dios nos invita a dejar atrás la apariencia y cuidar lo que realmente importa:
nuestro corazón. No importa cuánto hayas fallado, Dios puede restaurarte si vienes con humildad.
Repite:
nuestro corazón. No importa cuánto hayas fallado, Dios puede restaurarte si vienes con humildad.
Repite:
- “Señor, quiero un corazón que te agrade. Ayúdame a ser humilde, a reconocer mis errores y a depender de ti en cada decisión. Limpia mi vida de toda herida y lléname de tu amor. Te entrego mi corazón para que sea solo tuyo. Amén.”
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Señor amado, hoy decido entregar mi corazón en tus manos. Límpialo de orgullo, dolor y apariencias vacías. Enséñame a vivir con humildad, a reconocer mis errores y a servir con amor. Quiero que mi vida refleje tu voluntad y que cada latido de mi corazón sea para agradarte solo a Ti. Amén.
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