05 de Septiembre – Un Día a la Vez: 365 Momentos con Él
No te rindas: la esperanza que cambia tu historia
La esperanza en Dios nos fortalece1 Samuel 11:1-9En esta historia, la ciudad de Jabes de Galaad estaba rodeada por el enemigo y parecía que no había salida. Los amonitas los amenazaron con deshonrarlos, pero los de Jabes no se rindieron:
enviaron un mensaje pidiendo ayuda. Cuando el pueblo de Israel escuchó la noticia, lloraron desesperados, pero Saúl, lleno del Espíritu de Dios, se levantó y guió a todos a la victoria.
Aquí vemos dos actitudes diferentes:- Jabes no perdió la esperanza.
- Israel, al escuchar la amenaza, cayó en desesperación.
Lección: Aunque la amenaza sea grande, nunca entregues tu esperanza. La esperanza es un regalo que nadie puede robarte.
Zacarías 9:12“Vuelvan a su fortaleza, prisioneros de esperanza; hoy les prometo que les daré el doble de bendición”.
Dios es tu fortaleza.
Cuando recuperas la esperanza, tu vida se renueva. Pero si te dejas atrapar por la desesperación, te paralizas y no ves salida.
Por eso, levántate y decide: ¿serás prisionero de la desesperación o
prisionero de la esperanza?
Tres enemigos cuando pierdes la esperanza1 Samuel 30:1-6David también enfrentó un momento duro: su ciudad fue destruida, sus seres queridos fueron llevados cautivos y la gente hasta pensó en apedrearlo. Todos lloraron hasta quedarse sin fuerzas. Pero David hizo algo distinto:
se fortaleció en Dios.
Cuando pierdes la esperanza, pueden aparecer tres enemigos:1.El llanto sin consuelo- David lloró hasta quedarse sin fuerzas (Salmo 6:6-7).
- Cuando la esperanza se apaga, las lágrimas no liberan… te desgastan.
2.La angustia- El corazón se llena de ansiedad y no encuentras paz.
3.La amargura del alma- La desesperación puede convertirse en queja y resentimiento.
- La amargura te roba la fe y la visión de lo que Dios puede hacer.
Pero hay una salida: hacer lo que hizo David,
buscar fortaleza en Dios.
¿Cómo recuperar la esperanza?Salmos 62:5-8“Solo en Dios encuentro mi esperanza. Él es mi roca, mi fortaleza, mi refugio seguro”.
- Habla con Dios y cuéntale lo que sientes.
- Espera en silencio, confiando en que Él tiene la última palabra.
- Recuerda: ninguna amenaza es más grande que el poder de Dios.
Lamentaciones 3:24-26“El Señor es todo lo que tengo, en Él esperaré… Es bueno esperar calladamente a que el Señor nos salve”.