12 de octubre – Un Día a la Vez: 365 Momentos con Él
No sigas cargando culpas que Dios ya quiere borrar
Salmo 32: El perdón que devuelve la alegríaVersículos 1-5“¡Qué alegría para los que son perdonados, a quienes Dios limpia de su culpa!
Mientras callé mis pecados, me sentía agotado, mi corazón se consumía…
Pero cuando los confesé, tú, Señor, me perdonaste, y toda mi culpa desapareció.”
Interpretación y reflexión:Este salmo es una joya porque David nos enseña una verdad que muchos todavía no entienden:
no hay mayor felicidad que vivir con el corazón limpio delante de Dios.En la vida, todos fallamos. Nos equivocamos con palabras, decisiones o actitudes. Y a veces, en lugar de hablar con Dios,
guardamos silencio, cargando con culpa, ansiedad o tristeza.
Eso mismo le pasó a David —y tal vez te esté pasando a ti—.
Él describe cómo se sentía físicamente mal por esconder su pecado: “mi fuerza se evaporó como agua al calor del verano”.
¿Alguna vez sentiste ese peso en el pecho, esa sensación de que nada te sale bien?
Eso es lo que hace la culpa cuando no la entregamos a Dios.
Pero en cuanto David decidió confesarlo,
todo cambió.El perdón de Dios no solo limpió su alma, también
le devolvió la paz, la alegría y la fuerza para seguir adelante.Arrepentirse no es lamentarseA veces confundimos el arrepentimiento con sentirnos mal por lo que hicimos.
El lamento solo mira hacia el “yo”:
“Soy un desastre, no sirvo, no tengo remedio…”Pero el
arrepentimiento verdadero mira hacia Dios, y dice:
“Padre, ofendí tu corazón… pero quiero volver a ti.”David se levantó, Judas se ahorcó.
La diferencia no fue el tamaño del error, sino
a quién acudieron después de fallar.El arrepentimiento no termina en tristeza,
termina en restauración.Y cuando te reconcilias con Dios, Él no solo borra tu culpa: también
te enseña, te protege y te guía (v.7-8).