UN DIA A LA VEZ

365 Momentos con Él: MAYO

MAYO

16 de Mayo – 365 momentos con El


"Zambullirse en Dios: La Ruta a la Restauración"


Todos en algún momento hemos enfrentado situaciones en las que, aunque sabíamos lo que debíamos hacer, nuestro orgullo nos lo impidió.
A veces, queremos soluciones extraordinarias, grandes señales del cielo, pero Dios nos pide algo mucho más simple: humildad y obediencia.

Hoy vamos a hablar de un hombre poderoso, respetado, valiente… pero también enfermo. Naamán tenía todo lo que el mundo podía ofrecerle, menos una cosa: sanidad interior y exterior. Y Dios, en su infinita misericordia, le mostró que el camino al milagro no es la grandeza, sino el descenso del alma.

Quizás tú también estás esperando un milagro. Tal vez has intentado todo, y nada ha funcionado. Hoy Dios te invita a hacer lo mismo que le pidió a Naamán: rendir tu orgullo, descender en fe, y sumergirte en Su presencia.

MAYO DIA 16

16 de Mayo – 365 momentos con El.

"El Poder de Descender: La Humildad que Sana el Corazón"

16 de Mayo – Un Día a la Vez: 365 Momentos con Él

"Cuando el Orgullo Cae, el Milagro Comienza"

2 Reyes 5:13-14
“Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron: ‘Padre mío, si el profeta le hubiera pedido hacer algo difícil, ¿acaso no lo habría hecho? ¡Cuánto más ahora que solo le dice: “Báñate y quedarás limpio”!’ Naamán descendió al Jordán y se sumergió siete veces, conforme a la palabra del hombre de Dios, y su carne se volvió como la de un niño: ¡quedó limpio!”

Los siervos de Naamán, con sabiduría y humildad, lograron que él reflexionara y cambiara de actitud. ¡Qué poderosa es la influencia de quienes nos rodean cuando hablan guiados por sensatez y verdad!
En los momentos de crisis, esas palabras sencillas pero sinceras tocaron el corazón de Naamán.

Nunca subestimes a quien Dios puede usar para hablar a tu vida, incluso si crees que está en una posición menor que la tuya. El Espíritu Santo puede hablarte a través de quien menos esperas, si estás dispuesto a escuchar.
Naamán solo necesitaba hacer una cosa para recibir sanidad:
descender.
Dejar de gobernarse a sí mismo.
Dejar de justificar su orgullo, su imagen, su posición.
Dios no puede operar en un corazón orgulloso.

Daniel 5:20
"Pero cuando su corazón se volvió arrogante y su espíritu se endureció con orgullo, fue depuesto de su trono real y despojado de su gloria."
El orgullo endurece el alma. En cambio, la humildad nos hace sensibles a la voz de Dios.

Si deseas vivir de manera distinta, necesitas aprender a descender, a rendirte, a renunciar a tener siempre la razón.
No busques sabiduría en tu propia opinión. Aprende a humillarte delante de Dios.

Solo cuando descendemos estamos en condiciones de sumergirnos en Su presencia. Si anhelas un milagro, debes aprender a depender de Dios por completo.

Levítico 20:24-26
"A ustedes les prometí: ‘Poseerán la tierra de ellos, porque se la daré como posesión. Es una tierra donde fluye leche y miel.’ Yo soy el Señor su Dios, que los ha separado de las demás naciones. Por eso deben ser santos, como Yo soy santo. Los he apartado para que sean míos.”

Dios demanda santidad y humildad para entregarte lo que te pertenece.
  • ¿Quién eres cuando nadie te ve?Lo que eres en lo secreto
  • Lo que eres en tu búsqueda personal de Dios
  • Lo que eres en tu vida íntima
  • Lo que eres lejos de los ojos de los demás

Eso es lo que realmente eres.
Podemos aparentar frente a los demás, incluso engañarnos a nosotros mismos. Pero ante Dios, no hay máscaras. Naamán podía ocultar su lepra bajo sus ropas, pero ante el espejo de la verdad, Dios lo veía tal como era.
Muchos no buscan a Dios hasta que atraviesan un tiempo de sequía, de enfermedad o de dolor.

Pero ese momento puede ser el inicio de tu restauración.
La lepra de Naamán no desapareció con el primer baño, ni con el segundo.
Pero su obediencia constante, su fe, lo fue purificando hasta que recibió su milagro.

Filipenses 1:6
"Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús."
Has comenzado una nueva etapa. Aun así, hay batallas del pasado que siguen abiertas.

Cambia tu actitud. Tu obediencia marcará la diferencia.
Escuchar la voz de Dios y obedecerla es lo que transforma tu corazón desde lo profundo.

Naamán no lo sabía, pero su milagro ya había comenzado, en el momento que decidió obedecer.
Solo un momento en Su presencia… y todo cambia.Hoy te invito a zambullirte en la presencia de Dios.

A despojarte del orgullo, de la autosuficiencia.

Y a decirle con sinceridad:

"Quita mi aflicción, libérame de todo lo que oprime mi corazón. Sáname y hazme vivir en Tu libertad. Que mi interior sea sanado por Ti."

Naamán, en su soledad, clamó delante del rey.
Tú, hoy, clama delante del Rey de reyes.
Él conoce tus heridas, tus luchas, tus temores.
Cierra tus ojos y dile:
"Señor, dime qué tengo que hacer para ser sano. No solo de mi cuerpo, sino también de un corazón roto. Hoy me acerco a Ti."
"Si hoy sientes que necesitas un cambio en tu vida, un consuelo en tu corazón o simplemente alguien que ore por ti, baja un poco más. Estamos aquí para apoyarte en oración y creer junto a ti que Dios tiene un propósito perfecto para tu vida. No estás solo, y juntos podemos llevar tus peticiones ante Él."
PASO 1
Desliza hasta el final
PASO 2
haz clic en el enlace de 'Petición de Oración
PASO 3
"Envía tu petición de oración y permítenos acompañarte en este camino. Estamos aquí para orar contigo y por ti."

🙏Oracion Final

Señor amado, hoy reconozco que muchas veces he dejado que el orgullo me aleje de Tu voluntad. Perdóname por querer tener el control, por resistirme a obedecer cuando me hablas con sencillez. Como Naamán, hoy decido descender, rendirme, y sumergirme en Tu presencia.
Lava mi corazón, sana mis heridas, restaura mi alma. Quita de mí toda autosuficiencia y enséñame a depender solo de Ti. Hazme sensible a Tu voz, humilde para obedecerla, y perseverante hasta ver cumplido Tu propósito en mi vida.
Hoy dejo atrás las apariencias, y me acerco a Ti tal como soy, confiando en que un momento contigo puede cambiarlo todo. En el nombre de Jesús, amén.
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