UN DIA A LA VEZ

365 Momentos con Él: JUNIO

JUNIO

17 de Junio – 365 momentos con El


“Del llanto a la cosecha”


Hay lágrimas que nadie ve, dolores que ocultamos con una sonrisa y batallas que peleamos en silencio. Pero hay alguien que sí lo ve todo:
Dios. Él no es indiferente a tu sufrimiento. Cada lágrima que derramas tiene un propósito, y en Su tiempo, será transformada en gozo.
Hoy, Dios te recuerda:
“He visto tus lágrimas… y estoy obrando a tu favor.”

JUNIO DIA 17

17 de Junio – 365 momentos con El.

“Cuando lloras, Dios obra”

17 de Junio – Un Día a la Vez: 365 Momentos con Él



Las lágrimas que tocan el cielo


Solo Dios conoce el peso real de nuestras lágrimas. Solo Él entiende profundamente el dolor que llevamos por dentro y cada una de las pruebas que atravesamos. Lo más maravilloso es que ese mismo Dios también se encarga de secarlas con amor, una a una, con Su tierno pañuelo celestial.

En ocasiones sentimos que nadie nos ve, que nadie escucha nuestro clamor silencioso. Pero Dios sí. Él nos conoce, nos comprende y —sobre todo— nos ama.

“El Señor Soberano secará todas las lágrimas. Quitará para siempre los insultos y las burlas contra su tierra y su pueblo. ¡El Señor ha hablado!”
Isaías 25:8

¿Cuántas veces hemos sido juzgados injustamente? ¿Cuántas veces recibimos desprecio de quienes más amábamos? Aun así, Dios ha estado ahí, firme, sosteniéndonos y tomando control absoluto de cada circunstancia. He aprendido que el tiempo por sí solo no sana... pero Dios sí lo hace. También entendí que aparentar fortaleza no me convierte en alguien fuerte; mi verdadera fortaleza nace cuando corro a Su presencia y derramo mi alma ante Él.

Abraham lloró en silencio al llevar a Isaac al altar. Su obediencia fue sembrada con lágrimas. Pero esa obediencia lo transformó en “amigo de Dios”. ¿Por qué? Porque la fe verdadera debe pasar por el fuego, por el valle de las lágrimas… pero allí, jamás estamos solos. Dios camina con nosotros.

Cuando la enfermedad nos visita, Dios nos recuerda lo mismo que le dijo a Ezequías:
“He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a sanarte, y en tres días te levantarás.”
2 Reyes 20:5

Imagina salir de una reunión llorando desconsoladamente y escuchar en lo profundo de tu ser: “He visto tus lágrimas.” Esas palabras de Dios tienen el poder de romper toda tristeza. Porque sí, caminar y llorar al mismo tiempo duele, especialmente cuando nadie entiende.
Pero Dios lo entiende todo, y esas lágrimas que derramas en oración, mueven Su corazón a tu favor.
No tengas temor de mostrar tu vulnerabilidad delante de Dios. Job, en su angustia, exclamó:
“Mis amigos me desprecian, y derramo mis lágrimas ante Dios.”
Job 16:20
En esos momentos donde no hay con quién desahogarte, corre a Su presencia. Allí sí hay alguien que escucha, que abraza y que transforma.
David también lo vivió:
“Estoy agotado de tanto llorar; toda la noche inundo mi cama con llanto, la empapo con mis lágrimas.”
Salmo 6:6

🙏 Pero aquí viene la promesa que cambia todo:

“Los que siembran con lágrimas cosecharán con gritos de alegría.”
Salmo 126:5
Dios guarda cada lágrima. Nada se pierde. Cada una será transformada en gozo, en fruto, en cosecha. Así que la próxima vez que llores, recuerda:
  • Dios está contigo… y algo grande está naciendo del dolor.
"Si hoy sientes que necesitas un cambio en tu vida, un consuelo en tu corazón o simplemente alguien que ore por ti, baja un poco más. Estamos aquí para apoyarte en oración y creer junto a ti que Dios tiene un propósito perfecto para tu vida. No estás solo, y juntos podemos llevar tus peticiones ante Él."
PASO 1
Desliza hasta el final
PASO 2
haz clic en el enlace de 'Petición de Oración
PASO 3
"Envía tu petición de oración y permítenos acompañarte en este camino. Estamos aquí para orar contigo y por ti."

🙏Oracion Final

Señor, gracias porque Tú ves lo que otros no ven. Tú conoces cada lágrima que he derramado, cada herida que he ocultado, y cada noche de lucha en silencio. Hoy descanso en la certeza de que no estoy solo(a), porque Tú estás conmigo en el valle del llanto y me levantarás con nuevas fuerzas. Sana mi corazón, renueva mi fe y enséñame a confiar incluso cuando no entiendo. Recolecta mis lágrimas y transfórmalas en frutos de alegría. En Ti espero, en Ti confío.
Amén.
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