UN DIA A LA VEZ

365 Momentos con Él: JUNIO

JUNIO

07 de Junio – 365 momentos con El

“Hundido… pero no solo”


¿Alguna vez te has sentido al borde del colapso? Como si el agua ya te llegara al cuello, y cada intento de salir solo te hundiera más. Tal vez has pasado por una temporada en la que oraste sin respuestas, clamaste sin consuelo, y esperaste… sin ver nada.
El salmista lo dijo con crudeza: “Me estoy hundiendo en una ciénaga profunda y no tengo dónde apoyar el pie” (Salmo 69:2).

Es una imagen clara de desesperación: sin control, sin dirección, sin esperanza.
Y sin embargo, es precisamente en ese punto —cuando ya no puedes más— donde Dios actúa con mayor poder. Porque cuando tus recursos se agotan, los de Él apenas están comenzando. Cuando sientes que te hundes, Dios no te abandona: se acerca.

Hoy, quiero invitarte a ver tus tormentas de otro modo. No como castigos, sino como escenarios donde Jesús camina sobre las olas para recordarte que lo que te hunde a ti, a Él no lo detiene. Esta es una palabra para los que están cansados de luchar solos, para los que se sienten abandonados, y para los que aún en medio de la oscuridad… siguen esperando al Dios que rescata.

JUNIO DIA 07

07 de Junio – 365 momentos con El.

“Más allá de las olas: Jesús camina donde tú temes”

07 de Junio – Un Día a la Vez: 365 Momentos con Él


“Sálvame, Dios mío: La oración que cambia todo”



“Sálvame, Dios mío, que las aguas ya me llegan al cuello. Me estoy hundiendo en una ciénaga profunda, y no tengo dónde apoyar el pie. Estoy en medio de profundas aguas, y me arrastra la corriente. Cansado estoy de pedir ayuda; tengo reseca la garganta. Mis ojos languidecen, esperando la ayuda de mi Dios.”
(Salmos 69:1-3, 14-18 )

Hay momentos en la vida donde todo parece desmoronarse. Nos sentimos como si estuviéramos hundiéndonos sin poder aferrarnos a nada, arrastrados por las circunstancias, agotados de clamar por ayuda. Es en esos momentos que las palabras del salmista resuenan en nuestro interior: “¡Sálvame, Dios mío!”
Así como los discípulos en la barca se aterrorizaron al ver la tormenta —el viento, las olas, y la oscuridad—, también nosotros, muchas veces, ponemos la mirada solo en la tormenta… y olvidamos que Jesús está cerca.

Dios nos dio sentidos para interactuar con el mundo físico, pero cuando nacemos de nuevo, Él comienza a desarrollar en nosotros sentidos espirituales, especialmente la vista espiritual, esa que nos permite ver más allá de lo visible. Ver con los ojos de la fe es ver a Jesús, incluso cuando todo a nuestro alrededor se tambalea.

¿Qué hacer cuando sentimos que nos hundimos?Cuando sientes que ya no hay suelo firme bajo tus pies, que la corriente te arrastra y que nadie escucha tus súplicas, es allí donde debes recordar: ¡Dios sí te escucha!
El salmista lo expresó así: “Mis ojos languidecen esperando la ayuda de mi Dios.” Y en esa espera —a veces larga, silenciosa, desesperante—, es donde ocurre lo sobrenatural: la intervención divina.

Podemos orar hoy con la misma convicción:
“¡Sácame del fango, Señor, y no permitas que me hunda!”
Jesús caminó sobre las olas para enseñarles a sus discípulos que las olas no son más fuertes que Él. Lo que a nosotros nos hunde, a Él le sirve de camino. Cuando tus ojos ven el abismo, recuerda que Dios te rescata.
“Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor; por tu gran compasión, vuélvete a mí.” (Salmos 69:16)

El momento perfecto para experimentar a Dios Cuando más débiles nos sentimos, cuando ya no hay fuerza en nosotros, es entonces cuando la gracia de Dios se manifiesta con más poder. En lugar de seguir luchando por nuestra cuenta, es momento de volver al Redentor, al Salvador, y decirle:

“Yo no puedo, pero Tú lo puedes todo.”

“Nuestros enemigos pensaron: ‘¡Vamos a perseguirlos! ¡Vamos a darles alcance! ¡Vamos a acabar con ellos!’ Pero tú soplaste con fuerza y los hundiste en el mar... se hundieron como plomo.” (Éxodo 15:9-10 )

Dios no solo te rescata a ti, también revierte el mal en bien y derriba a tus enemigos.
¿Por qué me siento hundido?
A veces nos hundimos por el peso del dolor o la confusión, y otras veces, por nuestras propias decisiones equivocadas. El Salmo 106:43 lo dice con claridad:
“Muchas veces los libró; pero ellos, empeñados en su rebeldía, se hundieron en la maldad.”

Aun así, Dios no se aparta de ti. Él sigue a tu lado. En tus momentos de mayor angustia, cuando no lo sientes cerca, paradójicamente es cuando más cerca está.


  1. Tres verdades que debes recordar en la tormenta: Jesús oró por ti antes de la tormenta.
  2. Él intercede por ti. Te envió al “lago” sabiendo que el Padre ya había recibido su oración. Jesús es tu intercesor fiel.
  3. Jesús está contigo en el momento más oscuro.
  4. En la cuarta vigilia, la hora más oscura de la noche, Jesús caminó hacia los suyos. Nunca llega tarde.
  5. Jesús revela su identidad en medio del miedo.
  6. Cuando todo temblaba, Él les dijo: “¡Cálmense, no tengan miedo! ¡Yo soy!”
  7. Él no fue ni será solamente: Él ES. Presente. Aquí. Ahora.
🙏 Él… ¡lo tienes todo!
Aunque estés en medio de la tormenta, no estás solo. Jesús te acompaña. Él conoce tus batallas mejor que nadie y sabe cómo ayudarte.
Así que no dejes de mirarlo. Aférrate a su Palabra. Ten paciencia. Da pasos de fe.
Dios es todo lo que necesitas, y si estás con Él… ¡lo tienes todo!
"Si hoy sientes que necesitas un cambio en tu vida, un consuelo en tu corazón o simplemente alguien que ore por ti, baja un poco más. Estamos aquí para apoyarte en oración y creer junto a ti que Dios tiene un propósito perfecto para tu vida. No estás solo, y juntos podemos llevar tus peticiones ante Él."
PASO 1
Desliza hasta el final
PASO 2
haz clic en el enlace de 'Petición de Oración
PASO 3
"Envía tu petición de oración y permítenos acompañarte en este camino. Estamos aquí para orar contigo y por ti."

🙏Oracion Final

Señor amado,
Hoy reconozco que muchas veces me he sentido hundido, sin fuerzas, sin rumbo y sin respuestas. Pero también reconozco que en esos momentos, Tú nunca te alejaste. Aunque no te veía, estabas allí. Aunque no te oía, seguías hablando a mi corazón.
Gracias por caminar sobre las olas que yo tanto temía, por extender tu mano cuando sentí que me ahogaba, y por recordarme que Tu amor es más profundo que cualquier abismo.
Te pido que hoy me levantes, me saques del fango, y pongas mis pies sobre roca firme. Enséñame a confiar cuando no entiendo, a esperar cuando me desespero, y a creer que en cada tormenta, Tú sigues siendo Dios.
Te entrego mi vida, mis cargas, mis miedos y mi corazón.
En el nombre de Jesús, mi Salvador y Rescatador,
Amén.
¿Te gustó este artículo? ¡Déjanos tu opinión y compártelo con tus amigos!
¡Únete a nuestra comunidad y mantente al día con las últimas novedades!
¡Únete a nuestra comunidad y mantente al día con las últimas novedades!

UN DIA A LA VEZ


momentos.365@gmail.com

Tilda Publishing
Hello world!
WhatsApp
Made on
Tilda