30 de Julio – Un Día a la Vez: 365 Momentos con Él
“No estás solo: El Dios que pelea por ti aún no ha perdido ninguna batalla”
Dios es mi ProtectorBasado en Salmos 144:1-2 “¡Bendito seas, mi Dios y protector! ¡Tú me enseñas a luchar y a defenderme! ¡Tú me amas y me cuidas! Eres mi escondite más alto, el escudo que me protege, ¡el Dios que me permite reinar sobre mi propio pueblo!”Desde el principio de los tiempos, Dios se ha revelado como nuestro
Protector Supremo. Él no es indiferente al dolor humano. No es un espectador distante. Es un
Padre activo, que pelea nuestras batallas, que abre caminos en medio del mar, que sostiene nuestra alma cuando la tormenta azota sin piedad.
Cuando sientas que nadie te defiende,
recuerda: el cielo está movilizado a tu favor. Aunque no lo veas, estás rodeado. No por enemigos, sino por
ángeles que acampan alrededor de los que le temen.
¿Dónde estaba Dios cuando todo se vino abajo?Es una pregunta común. Y válida. ¿Dónde estaba Dios cuando sufrimos pérdida, abuso, abandono, injusticia?
Estaba allí. Siempre ha estado allí.Tal vez no actuó como esperábamos. Pero actuó. Tal vez no detuvo la prueba, pero
te sostuvo en ella.
Envió una mano amiga, un abrazo oportuno, una palabra que evitó una tragedia mayor. Quizás fue una madre, un vecino, un desconocido que apareció justo a tiempo. No fue casualidad.
Fue Dios.A veces creemos que es la vida la que nos enseña. Pero no.
Es Dios usando la vida como aula. No te dejó morir cuando pensaste en rendirte. No permitió que el fuego te consumiera, solo te purificó.
Como dice Isaías 43:2,
“Cuando pases por el fuego, no te quemarás; las llamas no arderán en ti.”Separarse de Dios es exponerse al peligroCuando Adán y Eva decidieron tomar sus propias decisiones, no solo perdieron un jardín:
perdieron cobertura. Afuera hacía frío, miedo, hambre, culpa… Porque
fuera de Dios, estamos vulnerables.
Jesús lo dijo sin rodeos en Juan 15:5:
“Separados de mí, nada pueden hacer.”Estar bajo su protección no significa ausencia de problemas, pero sí
presencia de Dios en medio del problema.
Ellos también fueron perseguidos… y no se rindieronLos discípulos fueron golpeados, encarcelados, humillados. ¿Por qué no abandonaron la misión? ¿Por qué no se rindieron?
Porque
sabían que Dios era su Protector.
Pablo lo dijo así en 2 Corintios 4:8-9 :
“Por todos lados nos presionan las dificultades, pero no nos aplastan. Estamos perplejos, pero no caemos en la desesperación. Somos perseguidos, pero nunca abandonados por Dios. Somos derribados, pero no destruidos.”
El dolor no los destruyó,
los definió. La persecución no los frenó,
los impulsó. Y tú también puedes resistir. Porque
el mismo Dios que los protegía, te protege a ti.Aún respiras… eso ya es una prueba de que Dios te protege¿Sigues vivo? ¿Tienes fuerzas para leer esto? Entonces
Dios está haciendo su trabajo. Aunque no lo veas, aunque no lo sientas, aunque la noche sea oscura:
Dios está en medio de ella.
Él no solo protege del mal físico. Protege tu alma, tu propósito, tu futuro.
Protege tus hijos, tus sueños, tu paz.Ora el Salmo 144 como una declaración profética: “¡Bendito seas, mi Dios y protector! Tú me enseñas a luchar y a defenderme. Tú me amas y me cuidas. Eres mi escondite más alto, el escudo que me protege. [...] Sálvame de gente malvada. [...] Permite que nuestros hijos crezcan fuertes, que nuestras hijas sean hermosas, que haya abundancia en nuestros graneros y paz en nuestras calles. ¡Tú bendices al pueblo que te reconoce como su Dios!”