29 de Agosto – Un Día a la Vez: 365 Momentos con Él
Cuando la vida te distrae… ¿aún puedes reconocer a Jesús en tu camino?
El Discípulo AmadoCuando Jesús vivió en la tierra, muchas personas lo rodeaban, pero no todos estaban realmente cerca de Él ni eran sus amigos íntimos. Hoy en día pasa lo mismo con nosotros.
1.
La multitud interesadaHabía multitudes que seguían a Jesús, pero no porque lo amaran, sino porque querían recibir algo: comida, milagros, sanidad. Era una relación de conveniencia.
En la vida real: son como esas personas que solo te buscan cuando necesitan un favor, pero no se interesan por ti como persona.
2.
Los críticos religiososOtros eran los religiosos: siempre observando, juzgando y buscando un error para acusar a Jesús.
En la vida real: son los que critican todo, los que creen saberlo todo pero nunca hacen nada. Pueden verse muy “espirituales”, pero su corazón está lejos.
3.
Los seguidores conformesTambién estaban los discípulos que predicaban, profetizaban y sanaban enfermos. Tenían poder, pero se conformaban con eso y no daban un paso más.
En la vida real: son como esos empleados que cumplen lo básico en el trabajo, pero no buscan crecer ni dar la milla extra.
4.
El amigo íntimo: Juan era diferente. No porque Jesús lo amara más, sino porque
Juan eligió amar más a Jesús. Renunció a sus propios sueños y placeres para vivir por y para su Maestro. No se conformó con ser usado por Dios, quiso ser
íntimo amigo de JesúsSantiago 4:8 dice:
“Acérquense a Dios y Él se acercará a ustedes.”Pregúntate:
- ¿Eres parte de la multitud que solo busca lo que Jesús puede dar?
- ¿Eres un crítico que sabe mucho, pero no hace nada?
- ¿Eres un seguidor que sirve, pero no busca intimidad?
- ¿O quieres ser como Juan, alguien que vive cerca del corazón de Jesús?
Caminando con Jesús sin reconocerlo
En Lucas 24 leemos que dos discípulos iban tristes camino a Emaús. Jesús caminaba con ellos, pero no lo reconocieron.
Así nos pasa hoy: muchas veces Dios camina a nuestro lado, pero no lo vemos porque estamos más enfocados en nuestros problemas, en el estrés, en la tristeza.
Lo increíble es que Jesús se reveló no con un discurso, sino
con un gesto sencillo: partiendo el pan. Su vida hablaba más fuerte que sus palabras.
En la vida real: la gente no te reconocerá como cristiano por lo que dices, sino por cómo vives: cómo respondes cuando alguien te ofende, cómo sirves sin esperar nada a cambio, cómo mantienes la paz en medio de los problemas.
Ser anfitrión de su presenciaNo seamos solo espectadores. Hagamos de nuestro corazón una casa para Dios. Que cada día podamos “recostarnos en su pecho” como Juan, escuchando los latidos de su amor.
Cuando eres íntimo de Dios, su presencia transforma todo: la depresión se va, la enfermedad pierde poder, la opresión espiritual no resiste.
Lucas 24:32 dice:
“¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”Ese fuego en el corazón es la señal de que no estás lejos de tu Amado.