09 de Agosto – Un Día a la Vez: 365 Momentos con Él
“Oraciones que hacen llover: transforma tu desierto en tierra fértil”
Lluvia del Cielo – Una Promesa de Dios para tu VidaDeuteronomio 11:11-12“La tierra a la que van es una tierra de montañas y valles, regada por la lluvia del cielo. Es una tierra que el Señor tu Dios cuida. Sus ojos están siempre sobre ella, desde el principio del año hasta el final.”
Dios le estaba hablando a su pueblo sobre la nueva tierra que iban a recibir. Era un lugar diferente al que conocían. Ya no sería una tierra con ríos fáciles de regar como en Egipto, ahora dependían directamente de la
lluvia del cielo. En otras palabras, dependían de
Dios.
¿Qué significa eso para nosotros hoy?La tierra de Israel tiene zonas desérticas. Sin lluvia, no hay vida. Igual pasa con nosotros:
sin la lluvia de Dios, nuestras vidas se secan. Y no me refiero solo a la lluvia literal, sino a su
bendición, su
presencia, su
favor.
Quizás te has sentido en un desierto: sin fuerzas, sin esperanza, sin respuestas. Pero
si estás dispuesto a mirar al cielo y depender de Dios, esa lluvia llegará a tu vida.
¿Cómo se forma la lluvia?Es simple: el agua sube como vapor, se junta en las nubes, y cuando hay suficiente, cae como lluvia.
Así también pasa espiritualmente:
nuestras oraciones suben al cielo como vapor. Y si seguimos orando, si seguimos creyendo, llega el momento en que esas oraciones no se pueden contener más y
llueve bendición sobre nosotros.
¿Estás orando lo suficiente como para formar una nube?Hay quienes se resignan a vivir una vida seca, sin fruto, sin cambios. Pero
Dios no quiere eso para ti. Él quiere que vivas bajo
la lluvia de su bendición.
Por eso, no basta con mirar al cielo.
Hay que enviar algo hacia arriba: oración, adoración, gratitud, fe.1 Reyes 18:44-46“A la séptima vez, el criado de Elías dijo: ‘Veo una pequeña nube del tamaño de la mano de un hombre’. Entonces Elías dijo: ‘¡Corre! Viene la lluvia’... y hubo una gran lluvia.”
Tal vez lo que hoy ves es
muy pequeño: una pequeña señal, una mínima mejora, una oración tímida... Pero
Dios puede hacer llover bendiciones grandes desde esa nube pequeña.
Nunca subestimes una nube pequeñaElías vio una nube diminuta, pero sabía lo que venía. Igual contigo: lo que ahora parece poco,
Dios lo puede multiplicar.
Cuando somos fieles, esa nube
no solo nos bendice, sino que nos sigue. Y cuando
la lluvia de Dios llega, su mano también está sobre nosotros, dándonos fuerzas, dirección y victoria