20 de Abril – Un Día a la Vez: 365 Momentos con Él
El Poder Transformador de la Gloria de Dios
Jesús nos dijo en Juan 16:14:
“Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber.”¿Quién trae la gloria? El Espíritu Santo, pues la gloria de Dios es un regalo para ti.
La gloria de Dios es la esencia de todo lo que Él es. Es infinita, sin medida ni restricciones, y va más allá de la imaginación humana. Sin embargo, el pecado nos aleja de Su gloria; no podemos experimentar plenamente la belleza de Su presencia si hay pecado en nuestras vidas, si tenemos "cuentas pendientes" o "deudas que saldar".
Romanos 3:23:
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.”Debemos elegir entre vivir en la gloria de Dios o ser destituidos, exiliados de Su presencia. Esto significa no alcanzar la meta que Dios estableció para nosotros desde el principio.
Dios desea restaurarnos en Su gloria, es decir, en Su misma presencia.
Hebreos 2:10:
“Porque convenía a Aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.”Somos reconciliados con Dios por medio de Jesús. Somos portadores de Su presencia a través del Espíritu que mora en nosotros. Dondequiera que vayamos, llevamos un "Edén portátil". Fuimos creados para experimentar la gloria de Dios y para que esa gloria glorifique a Jesús.
¿Cómo más glorificamos a Dios?
Juan 15:8:
“En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.”Necesitamos estar injertados en la vid; debemos estar más conectados con Jesús, con una conexión total. La gloria de Dios es la manifestación visible y tangible de Su presencia, impactando en forma de nube, llamada Shekiná, que significa "Aquel que habita".
La gloria de Dios es la atmósfera espiritual del cielo, así como el oxígeno es la atmósfera física de la tierra.
Es Su presencia manifestada. Cuando entramos en Su gloria, recibimos Su amor, Su paz, Su gracia. Nos llenamos de fe, de Su poder y conocemos Su voluntad y propósito para nuestras vidas. Para nosotros, los cristianos, es imprescindible vivir en la gloria de Dios.
Juan 15:5:
“Separados de mí, nada podéis hacer.”Separados de la gloria y de la presencia de Dios, un cristiano no puede hacer nada; se vuelve inofensivo. Para caminar en nuestro llamado y vivir vidas victoriosas, para tener matrimonios sólidos y familias sanas, necesitamos vivir en la gloria de Dios.
Los peces fueron creados para vivir en el agua, las aves para volar en el cielo, y el hombre fue creado para vivir en Su presencia. Por eso, la gloria de Dios debe ser más que un concepto teológico que se aprende; debe ser una experiencia que se vive a diario. No podemos hablar de gloria en el pasado o vivir solo de momentos de Su gloria, porque la gloria de Dios está disponible ahora, mañana y siempre.
Isaías 60:1:
“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.”